Eres tan fría…
provocas dolor cada vez que el segundero del reloj marca la hora; tu voz susurrándome al oído,
escalofrío que recorre mi cuerpo,
empieza con los pies,
pasa a mis rodillas,
rosa mis manos,
toca mi pecho y entra en mi corazón,
es fuerte,
pero no sabe cuánto tiempo podrá resistir antes de volverse hielo
y detenerse para siempre;
¡quiero escapar!,
el miedo con el que me alimentas ya no me gusta,
tus celos son insoportables y tu forma de callarme es una tortura,
¡déjame ser libre!,
te lo suplico…
¡déjame ser libre!,
te lo suplico…
eterna soledad.
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